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jueves, 9 de diciembre de 2010

Con Cristo, mi familia es escuela de humanidad (campaña Mes de Diciembre 2010)


El porqué de esta campaña:
Nos acercamos a la fiesta de la Navidad, en que recordamos la Encarnación del Hijo de Dios. Este misterio nos revela a un Dios cercano, que quiere regalarnos su vida eterna, su gloria, su divinidad... pero él no ha venido sólo a darnos la salvación. El Hijo de Dios toma nuestra carne, y al igual que nosotros tenemos que aprender a ser hijos de Dios, Él tiene que aprender a ser Hijo del Hombre. Es en la familia de Nazaret donde Dios aprende a ser hombre, la familia es escuela de humanidad para el Hijo de Dios. También lo es para nosotros!
¿Qué significa ser "humanos"?
Ser humano es una vocación maravillosa que rompe las lógicas del reino animal. Sin dejar de ser creaturas vivientes, sujetas a los impulsos básicos y vitales: comer, dormir, reproducirnos, morir... el hombre tiene una dimensión que trasciende todas estas realidades: el espíritu humano que se muestra hermoso en el lenguaje, la cultura, la música, pero sobre todo en el AMOR humano, que va más allá del celo y gregarismo animal. El hombre es hombre porque lleva en sí una semilla de amor de Dios, es su imagen y semejanza.
Vocación de Amor
El texto que acompaña esta campaña muestra la vocación de la familia humana de evidenciar el amor que Dios tiene por la humanidad, que Cristo tiene por la Iglesia. Esta participación del amor divino no es contradictorio del ser humano, sino su plenitud. Sólo en el misterio del Dios-encarnado, nos dice nuestra fe, se nos revela plenamente el misterio del hombre (Puebla 304-319). La familia está llamada a educar en la humanidad por medio del amor divino.

El himno para este mes, es el Canto a la Familia del VI Encuentro Mundial de las Familias, México 2009.



viernes, 29 de octubre de 2010

La Santidad como estilo de vida alternativo

Cuando el Papa Juan Pablo II se encontró con las generaciones del s. XX, el 25 de enero de 1999 en el Estadio Azteca de la ciudad de México, exhortó a los jóvenes con estas palabras:
Ustedes, jóvenes y muchachos que miran hacia el mañana con el corazón lleno de esperanza, están llamados a ser los artífices de la historia y de la evangelización ya en el presente y luego en el futuro. Una prueba de que no han recibido en vano tan rico legado cristiano y humano será su decidida aspiración a la santidad, tanto en la vida de familia que muchos formarán dentro de unos años, como entregándose a Dios en el sacerdocio o la vida consagrada si son llamados a ello.

El Concilio Vaticano II nos ha recordado que todos los bautizados, y no sólo algunos privilegiados, están llamados a encarnar en su existencia la vida de Cristo, a tener sus mismos sentimientos y a confiar plenamente en la voluntad del Padre, entregándose sin reservas a su plan salvífico, iluminados por el Espíritu Santo, llenos de generosidad y de amor incansable por los hermanos, especialmente los más desfavorecidos. El ideal que Jesucristo les propone y enseña con su vida es ciertamente muy alto, pero es el único que puede dar sentido pleno a la vida. Por eso, desconfíen de los falsos profetas que proponen otras metas, más confortables tal vez, pero siempre engañosas. ¡No se conformen con menos!
De esta exhortación y teniendo como marco el día 1º de noviembre, Solemnidad de todos los Santos y el 21, de Jesucristo Rey del Universo; queremos proponerles a ustedes el gran reto de la Santidad, con la misma urgencia con que Domingo Savio recibió este llamado en el Oratorio de Valdocco, sobre todo cuando comprendió el significado de su nombre: “Vea usted si tengo razón al decirle que me haga santo; hasta el nombre dice que yo soy del Señor; luego yo debo y quiero ser santo, y no seré feliz mientras no lo sea”.